Ofrecen un 15% de descuento en estancias de domingo a jueves en suites dobles durante el mes de julio.
En el corazón de las montañas de la Marina Baixa, alejado del bullicio costero, encontramos este «hotel paisaje» que redefine el concepto de exclusividad. Con precios que oscilan entre los 300€ por noche en sus suites dobles, las más sencillas, hasta cerca de 900€ en sus villas más exclusivas, el hotel de lujo solo para adultos se ha posicionado como uno de los alojamientos más codiciados de la Costa Blanca. Tal es su demanda que, en determinados periodos del año, encontrar disponibilidad puede convertirse en todo un desafío.
Ubicación privilegiada
Enclavado en las faldas de la Sierra de Aitana, la más alta de Alicante con sus 1.557 metros, este «hotel paisaje» se define como un mirador privilegiado sobre el valle de Guadalest, conocido destino turístico de interior. Salpicado de pueblos pintorescos como Benimantell, Beniardà o Confrides, el valle ofrece un contraste fascinante entre el agreste paisaje montañoso y la cercana costa mediterránea, visible en días despejados.
A tan solo 25 kilómetros, los huéspedes pueden disfrutar de las playas y el encanto bohemio de Altea, mientras que a una distancia similar se encuentran las cascadas y piscinas naturales de las Fuentes del Algar. Esta ubicación estratégica permite a los visitantes sumergirse en la tranquilidad de la montaña sin renunciar a la posibilidad de explorar algunos de los destinos costeros más codiciados de la Costa Blanca, combinando así lo mejor de dos mundos en una sola estancia.
Pero no hablamos solo de un hotel de «adults only», sino de una experiencia que fusiona lujo y naturaleza en perfecta armonía. Ubicado en una parcela de 84.000 m2, el alojamiento se compone de diferentes unidades independientes, las cuales se integran sutilmente en el paisaje, distribuyéndose entre árboles, antiguos bancales de olivos y caminos naturales.
Cada una de sus suites y villas está diseñada como un mirador al impresionante entorno, ofreciendo vistas privilegiadas de amaneceres, atardeceres y cielos estrellados. De ahí el concepto de «landscape hotel», hotel paisaje.
Diferentes opciones, todas exclusivas
El establecimiento cuenta con una variedad de opciones para satisfacer los gustos más exigentes. Desde las suites dobles con vistas a la montaña y duchas panorámicas, hasta las exclusivas villas premium con piscinas climatizadas privadas. Para aquellos que buscan un punto intermedio, las pool suites ofrecen jacuzzis privados climatizados al aire libre.
La experiencia en este exclusivo hotel va más allá del descanso: presume de dos piscinas infinity no climatizadas con vistas panorámicas al valle, abiertas todo el año. Por otra parte, su SPA, inspirado en tradiciones ayurvédicas milenarias, propone una gama de tratamientos que prometen renovar la energía y alcanzar un equilibrio pleno entre cuerpo, mente y alma.
Alojamiento sostenible
Gastronomía, también exclusiva
La propuesta gastronómica del hotel no se queda atrás. El restaurante panorámico «Contemple», galardonado con una Llave Michelin, ofrece una sofisticada carta basada en productos frescos y de proximidad. Aquí, los comensales pueden degustar elaboraciones que resaltan lo mejor de la cocina mediterránea con toques internacionales, todo ello mientras disfrutan de las impresionantes vistas al valle.
Más allá de las comodidades del hotel, VIVOOD sirve como punto de partida ideal para explorar las maravillas del Valle de Guadalest. Este enclave, famoso por su embalse de aguas turquesas y sus pintorescos pueblos encaramados en la montaña, ofrece un sinfín de posibilidades para los amantes de la naturaleza y la aventura. Los huéspedes pueden disfrutar de actividades como senderismo, escalada o barranquismo, o bien optar por experiencias más relajadas como visitas a bodegas locales como Masos, donde podrán sumergirse en la rica tradición vitivinícola de la zona.
En resumen, VIVOOD se presenta como un oasis de lujo y tranquilidad en el corazón montañoso de Alicante. Un destino que invita a la desconexión, al disfrute de la naturaleza y a la indulgencia en los placeres más refinados, convirtiéndose no solo en un lugar donde alojarse, sino en el motivo principal del viaje.